lunes, 16 de mayo de 2011

El quinto clásico, sobre un campo de madera

Hoy se han vuelto a ver las caras, después de los cuatro clásicos, después de tanta emoción acumulada, de tanta denuncia y contradenuncia entre clubes, de golpes, patadas, teatros e insultos por ambas partes. Y como si nada. David Villa e Iker Casillas han sido los padrinos de las dos parejas que se disputaban la Copa Mahou de futbolín que, por cierto, ha ganado la pareja del asturiano, y los dos se han saludado como viejos amigos. Tampoco es que se esperase ver a los jugadores de la selección tirándose sillas a la cabeza, pero muchos no han dejado de preguntarse cómo iba a afectar a la salud de la selección los duros enfrentamientos, dentro y fuera del campo, que ocupan el tiempo del Real Madrid y el Barcelona.
“Yo el día de la Copa del Rey le dije de todo, el me dijo a mi de todo… ¿Y qué?”  dice Iker Casillas. “Nada ha cambiado”, dice Villa. Pues habrá que hacerles caso.
Podrían tomar ejemplo de ello tanto los seguidores blancos como los blaugrana, que en el último mes han dicho de todo, no al equipo rival, cosa entendible, sino a los jugadores. Han acompañado los mismos nombres que (¡bendito sea!) pronto hará un año coreaban como si de lo más sagrado se tratara, de insultos desmedidos y sin sentido. Aunque al corazón le cueste entenderlo, hay que enseñarle que la camiseta cambia la causa.
Donde si se ha notado cierta tensión ha sido al llegar al asunto Busquets. Finalmente, podrá jugar la final de la Champions, al desestimar la UEFA la apelación del Real Madrid por presuntos insultos racistas a Marcelo. Al respecto, posiciones encontradas entre Villa y Casillas. El primero, se mostraba contento: “Con todo esto se ha hecho justicia”. El segundo, resignado: “Todo el mundo lo ha visto. Si la UEFA ha tomado esa decisión… ¿qué voy a hacer yo?”
Sea como sea, Villa y Casillas vuelven a ser amigos… o nunca dejaron de serlo… o será la partida de futbolín, que todo lo resuelve. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario